Rosario Moreno Montalvo

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ADVIENTO

 

Esperaré

Esperaré a que crezca el árbol
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera
con mis hojas secas.
Esperaré a que brote el manantial
y me dé agua.
Pero despejaré mi cauce
de memorias enlodadas.
Esperaré a que apunte
la aurora y me ilumine.
Pero sacudiré mi noche
de postraciones y sudarios.
Esperaré a que llegue
lo que no sé y me sorprenda
Pero vaciaré mi casa
de todo lo enquistado.
Y al abonar el árbol,
despejar el cauce,
sacudir la noche
y vaciar la casa,
la tierra y el lamento
se abrirán a la esperanza.
(Benjamín G. Buelta, sj)
 
 


DECIR TU NOMBRE
 
Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decir que toda suerte
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María,
es decirte toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría
 
(Pedro Casaldáliga)
 
Compromiso de HOY: Dejarme nombrar por Dios
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TRES MIRADAS
MIRADA A MARÍA:
" Hijo: ¿por qué has hecho esto con nosotros?” (Lc. 2, 48 - 50)
Verdaderamente nuestro Dios es un Dios que se esconde. Ni siquiera a María, su Madre, le reveló plenamente su Misterio. Ella vivió de fe y toda su vida fue una búsqueda incesante de la Verdad en la persona de su Hijo.
En este pasaje vemos a María desconcertada. Su Hijo la sorprende. Ella se queja ante El y le pregunta ¿Por qué has hecho esto? María busca en los momentos de dificultad y reza cuando está en situación de crisis…Y ¿tú?  ¿Dialogas con Dios y con las personas cuando estás en dificultad, en crisis?
 
ORACIÓN:
Madre: en las visitas duras del dolor y la muerte
cuando se nos tambalean los cimientos de nuestra existencia
y nos hacemos preguntas que no tienen respuestas:
¡Tú eres nuestro auxilio!
Madre:
Cuando nos olvidamos de tantas cosas
Que un día prometimos y después echamos en olvido:
¡Tú eres nuestro refugio!
Madre:
Cuando al atardecer de la vida volvamos la vista atrás
y contemplemos las obras de nuestras manos
y no entendamos bien alguna de nuestras "locuras"
¡Tú serás siempre nuestro mejor regazo de Madre!
 
MIRADA A M. CARMEN:
Escuchamos unas palabras de M. Carmen:
“Somos felices porque, en medio de nuestro cercado, se ostenta alegre y hermosa, inundándonos de luz celestial, poderosa, sabia e inmaculada, brindándonos con su amable sonrisa, nuestra Madre María Inmaculada. Levantemos a Ella con frecuencia nuestra vista, mientras cultivamos nuestro jardín, Ella nos dará sabiduría, Ella nos dará virtud y Ella nos dará poder, para ir formando esas flores en imagen suya.” (Carta del 30 de mayo de 1909)

ORACIÓN A M. CARMEN:
Dichosa eres, M. Carmen, porque tu vida fue una búsqueda incansable de la Voluntad de Dios.
Dichosa eres, M. Carmen, porque amaste de corazón los mandatos del Señor y los cumpliste con fidelidad.
Dichosa eres, M. Carmen, porque supiste confiar en la Providencia amorosa del Padre Celestial.
AYÚDANOS A PARECERNOS A TI y que pueden decir de nosotros que se nota que nos hemos educado en la Casa de María, como te gustaba decir a los alumnos.
  1. MIRADA A MARÍA: “María conservaba todas estas cosas en su corazón" (Lc. 2, 19; 2, 51).
Por dos veces hace Lucas en el mismo capítulo esta observación de María. En ella expresa una actitud muy importante del creyente: la escucha de la Palabra. María acoge la Palabra, no la entiende del todo, pero la medita, le da vueltas en su corazón hasta asimilarla perfectamente en su vida. Este es uno de los medios más importantes para encontrar la Verdad. Dar vueltas a la palabra de Dios en nuestro corazón.
 
ORACIÓN:
Te doy gracias, Dios, con María,
la mujer sencilla
que pasó toda su vida
al servicio de la alegría de los hombres.
Te doy gracias
por la vida y la ilusión que vive en mí:
porque vivo en estos momentos
tan importantes de la historia
y voy forjando el futuro del mundo
con mi trabajo, esfuerzo y alegría.
Ayúdame a librarme de mí mismo
y de mis esclavitudes:
de mis chismes y rencores,
de mi orgullo y egoísmo,
de mis comodidades y mentiras,
de los cansancios y rutinas.
Así, también yo podré luchar
contra toda injusticia y esclavitud
que oprime a los hombres, mis hermanos.
Así yo también podré vivir siempre
al servicio de la Verdad que eres Tú
y de la alegría de los hombres.
 
MIRADA A M. CARMEN:
Escuchamos unas palabras de M. Carmen que escribe en la carta del 30 de mayo de 1900, donde podemos la importancia que da a la vida de oración: “Seamos fervorosas en la oración: canal por donde desciende la gracia que fortalece y fortifica el alma. Seamos humildes, que Dios pone su sabiduría y su poder en manos del que de sí mismo desconfía; seamos obedientes... y digamos y repitamos sin cesar con nuestra Inmaculada Madre: "Nuestras almas engrandecen y alaban al Señor porque miró la humildad de sus siervas y ha hecho cosas grandes en ellas”.
 
  1.  MIRADA A MARÍA:
Lectura de Lc. 1, 39 - 52: " He aquí la esclava del Señor"
El relato de la Anunciación está envuelto en un clima de gracia y de verdad. Dios es quien llama a María. Ella se ve a la luz de Dios y se reconoce pequeña y dice: " He aquí la esclava del Señor”.  
La primera palabra que el Evangelio pone en boca de María es ésta y es la mejor expresión de su actitud de búsqueda de la verdad.
 
ORACIÓN A MARÍA
 Madre:
 En las horas de niebla y oscuridad,
cuando vamos buscando nuestra propia verdad:
¡Tú eres la luz de nuestro camino!
Madre:
En los momentos en que tenemos que optar
y buscar la Verdad y el Reino
Tú eres nuestro Modelo en la búsqueda.
Madre:
en los días de lucha
en los días en que sentimos la barca de nuestra vida
azotada por los vientos y las tormentas
Tú eres el Faro que nos conduce al Puerto de Dios.
 
MIRADA A M. CARMEN: Si algo define la personalidad de M. Carmen es su incesante búsqueda de la verdad. Ya desde pequeña busca dónde realizar su ideal de seguimiento de Jesús... entra en el Noviciado de las Adoratrices... allí pide luz, pero ¡no es ese su camino! En las Dominicas de la Anunciata, donde está 22 años, desea abrirse a todos los campos de la enseñanza y probar nuevas formas y nuevos métodos... comprende que ese no es su sitio y ¡sigue buscando! Descubre que Dios la pide que funde una Congregación dedicada a la Enseñanza, bajo la protección de María: La CONGREGACIÓN CONCEPCIONISTA. Por eso su lema  "Adelante, siempre adelante: Dios proveerá”.
 
                                                       ORACIÓN A M. CARMEN
M. Carmen:Te pedimos que nos des decisión firme para emprender cada día el camino de la búsqueda de la verdad que habita dentro de nosotros.
Danos confianza también para dejarnos conducir como lo hiciste tú en las manos amorosa de Dios, nuestro Padre.
Danos disponibilidad para saber escuchar las llamadas de Dios a nuestro corazón y generosidad para responder como lo hiciste tú. Amen
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125 AÑOS DE PRESENCIA, PROVIDENCIA, BENDICIÓN

 
125 AÑOS DE PRESENCIA: El camino concepcionista que se inició en Burgos un 15 de octubre de la mano de una mujer de gran coraje: CARMEN SALLÉS y tres compañeras: Candelaria, Emilia y Remedios, cruzando el arco de Santa María y dispuestas a llevar a cabo la misión que Dios les  encomendó, tendrá su final el 7 de Diciembre. Ese día  recibían con gran gozo la  aprobación diocesana por el Sr. Arzobispo D. Manuel Gómez y Salazar. El día 8 vestían ya el hábito blanco y azul, los colores de la Inmaculada. Ellos serán signos de PRESENCIA de María y de su PROVIDENCIA, ya que Ella había sido compañera incondicional en  el difícil camino recorrido por Carmen Sallés; y de su BENDICIÓN, experimentando a María como la portadora de todas las bendiciones recibidas.  Comenzó en la ciudad del Cid , le seguiría Segovia, (marzo de 1894) y luego 11 casas y colegios en toda la geografía española.  Y con la mirada puesta en lejanas tierras de América, la vida de M. Carmen se apaga un 25 de Julio de 1911, dejando su luz y carisma en una Congregación que se ha extendido en 17 naciones (6 en América, 5 en Asia, 4 en África y 2 en Europa). PRESENCIA Concepcionista en el mundo que sigue haciendo actual el carisma que M. Carmen recibió: Evangelizar a través de la educación de niños y jóvenes.

125 AÑOS DE PROVIDENCIA
:
M. Carmen sintió sobre sí el dulce peso del amor gratuito y la misericordia infinita de Dios, que la llenó del gozo del Espíritu y la hacía desbordarse en acción de gracias. La gratuidad del amor de Dios la estimuló a corresponder con generosidad a este amor divino recibido y descubierto como historia de salvación a lo largo de su vida, e hizo de la fidelidad a la voluntad de Dios principio unificador de su existencia”. Este texto del proceso de la Beatificación de M. Carmen condensa su experiencia espiritual y ¡ojalá la de cada corazón concepcionista! El “Adelante, siempre adelante. Dios proveerá” no es solamente un lema concepcionista, es el espíritu que animó a Carmen Sallés y hoy se actualiza donde haya una presencia suya. Prueba de ello lo dan los casi 125 años de vida y misión en Segovia, donde sin duda no han faltado dificultades, pero  la Providencia nos ha acompañado siempre y lo seguirá haciendo.

125 AÑOS DE BENDICIÓN: “El Señor, por medio de su Vicario en la tierra, ha bendecido, ha alabado, ha cercado nuestro huerto, nuestra corporación. Ha venido a ser nuestra Congregación como tierra de bendición, como jardín donde el Señor quiere vivir alegrándonos con sus gracias y sus favores”. escribía M. Carmen el 15 de Octubre de 1900. En sus manos pondrá la Congregación dedicada a extender el amor y devoción a María diciendo: “Bendecidla, bendecidla, bendecidla”, porque decía “Todo en la Congregación es de María. Ella es la verdadera Fundadora, yo no he sido más que un instrumento”. Desde entonces la Bendición es una gracia que pedimos y recibimos cada día a través de María Inmaculada. Los miles de alumnos y maestros que han pasado por nuestras aulas recordarán la oración: “María danos tu bendición…”. Precisamente el Proyecto educativo-pastoral de este curso escolar es: “Soy concepcionista. Soy bendición. Trabajar la pedagogía de la bendición”.

Damos gracias a Dios por estos 125 años de Presencia, Providencia y Bendición.  Que María Inmaculada, la Madre del Señor, bajo cuya protección hemos consagrado a Dios nuestra vida, en una Congregación que quiere amarla y servirla, nos alcance de Dios todas las bendiciones, para continuar 125 años más.
 


ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN
QUERDO HIJO/A:
Solo unas letras en este comienzo de curso que se promete lleno de vida y bendición. Soy Yo, tu Padre, tu Dios, tu Creador, quien te ha traído aquí y quiero recordarte algunas de las bendiciones con las que te he acompañado en la vida.
Desde el principio, antes de los siglos, mucho antes que tus padres te imaginaran, YO TE CREE, te CONSAGRÉ para que fueras mío/a. Te elegí porque te amaba. YO TE AME PRIMERO, NO PORQUE FUERAS BUENO/A, NO POR TUS CUALIDADES Y BONDADES… SINO PORQUE YO LO SOY. Puse en ti mi sello de amor desde toda la eternidad, y al crearte dije: ERES mío/a; desde siempre pensé en ti, ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN.
Te hice HIJO mío en el Bautismo, donde te gravé con el sello de identidad que nadie puede borrar jamás: El Espíritu. Te regalé sus dones y frutos: estás lleno de sabiduría, de fortaleza, de entendimiento,… de bondad, de amor… Tu sello es mi sello. Llevas en ti el mismo Espíritu que nos une a nosotros tres y nos hace vivir la Comunión. Recuerda que el Espíritu te dice hoy de nuevo: ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN.
Te enseñé el camino de la Vida y te colmé de todas las bendiciones celestiales al darte a mi Hijo para que Él sea tu Salvador y Guía, tu Maestro y Señor, tu Redentor. En Cristo, mi Hijo, lo tienes Todo: Luz, Paz, Sabiduría, Justificación, Redención. Él es tu Camino, tu Vida y jamás se separa de ti, (a no ser que tú, conscientemente, le abandones). Te recuerdo: En Cristo, mi Hijo ha sido hecho hijo y ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN.
Te traje a una tierra fértil y bonita, llena de bendiciones: la Tierra concepcionista; es un Jardín donde puedes encontrar muchas flores, que son tus alumnos y abundancia de frutos, que son todos los medios de ayuda y formación que has recibido y recibes. En medio de este Jardín se encuentra MARIA INMACULADA, la más bella flor, la que formé sin mancha alguna para que te recrees en su Belleza y trates de imitarla. Ella es el árbol santo que está llena de frutos para que tomes de Ella lo que necesites. No olvides que está siempre a tu lado, te mira, te bendice y te dice cada día: “no te sientas solo/a ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿Qué necesitas?” .No olvides de acudir a Ella cada día y recoger su bendición. Te recordará: ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN
Y ya para terminar, sabes que todo DON, toda Bendición lleva consigo un encargo, una tarea: cultivar este Jardín, hacerte presencia en medio de las flores, que son los alumnos, y darles cada día la mejor enseñanza: tu Bendición, hecha con una palabra amables, con una sonrisa, con una corrección sincera, con una lección bien aprendida porque eres tú mismo/a esa lección. Nada puedes dar si no lo posees. Te animo a que cada día recojas mi bendición de Padre, de Hijo, de Espíritu, con la que mejor la supo acoger: MARIA, y SERÀS BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN.
Feliz y bendecido curso 2017-18. Estoy contigo:
Yo, Tu Dios
 


EN HOMENAJE A NUESTRA FUNDADORA, EN LOS 125 AÑOS DE LA FUNDACIÓN (1892-2017)
MIS TRES HILOS: EL CORDON CONCEPCIONISTA
Querido AMIGO (miembro de la familia concepcionista):
En un breve intento de resumir mi vida, quiero regalarte el cordón que recoge los tres hilos conductores que marcaron mi vida. No pretendo más que, si es tu deseo, estos hilos nos unan más fuertemente a los que bebemos de la misma fuente: el carisma concepcionista, bien dentro de una consagración especial como religiosas, bien como miembro del MLC, o en cualquier otra posición en que te encuentres formando parte de esta “tierra de bendición”  en que habita la Familia concepcionista.
Son tres hilos muy sutiles pero a la vez consistentes los que nos unirán en la tierra y nos conducirán al cielo, desde donde velo por cada uno de vosotros, según os dije al marchar.

Primer hilo: el azul.
Ha sido éste el hilo más significativo del cordón concepcionista, que fue haciendo su aparición a lo largo de mi vida. Imagino que ya lo habías adivinado pues conoces las experiencias que se fueron dando en mi vida en torno a la Madre Inmaculada. Las recorremos brevemente:
Comienza este hilo conductor con el inicio de mi existencia, y con  el nombre que mis padres eligieron ponerme: el mismo de la Virgen en su advocación del Monte Carmelo y me consagraron a Ella bajo el signo protector de su escapulario.
Mi infancia estuvo marcada significativamente por María. En aquellos años -1854 y siguientes-, se organizaron en toda España grandes fiestas celebrando la definición del dogma de la Inmaculada Concepción.  Festividades populares que yo no acabada de entender pero que viví intensamente. La confirmación del dogma mariano lo hizo la misma Señora vestida de blanco y azul que se aparecía por entonces a una niña como yo, en Lourdes. Al preguntarla su nombre Ella misma le dijo que era la Inmaculada Concepción. Hasta los colores de su vestido quedaron grabados como preanuncio de la iconografía   concepcionista.
Vino después la peregrinación a Montserrat, el mismo año en que hice la primera comunión (1858) y a los pies de la Señora de tez negra dejé mi compromiso de ser toda de Jesús. Todo eso lo viví tanto en mi familia como en el Colegio de la Compañía de María, donde mis padres me enviaron y en el que me enseñaron  el Catecismo y las virtudes y misterios de María. No olvidé nunca esas fechas y años tan importantes para mi hilo azul.
Siendo adolescente y joven pertenecí a la Asociación de “Hijas de María” que tenía como objetivo en dejar grabada en niñas y jóvenes la conciencia de ser y manifestar que somos hijas de tal Madre.
A los 21 años entré a la Congregación de las religiosas Adoratrices y, al contemplar a la Inmaculada, comprendí que la vocación y misión a la que era llamada era prevenir el mal en la vida de los niños llenando su corazón de bien, todo a través de un proceso educativo.
Más tarde, los largos e intensos años en que viví como terciaria dominica, me fueron transformando en “sabio médico y cariñosa madre”, contemplando la vida de María en los misterios del Evangelio que nos acerca el rezo del Rosario, para reproducirlos en mi vida de comunidad con las hermanas y en de misión educativa a los niños que la Providencia me encomendaba,  venidos de todas las clases sociales.
El acontecimiento pascual de la salida de las dominicas me iluminó de forma definitiva el carisma que el Espíritu Santo me había dado desde siempre: fundar una Congregación dedicada a honrar a María en el Misterio de su Inmaculada Concepción, buscando la salvación de los niños a través de la educación, colaborando así en la redención de Cristo, y haciendo presente a la Inmaculada en la forma de educar.
Ella acompañó siempre mis pasos como fundadora, tanto que siempre quise llevar simbólicamente su presencia en una imagen que me acompañaba a cada fundación. Así, llevé siempre a María en el nombre, en el vestido, en el escudo…porque la llevaba en el corazón y fui dejando que ejercitara en mí su maternidad, forjando en mi interior a su mismo Hijo Jesús.
María lo fue todo para mí: Protectora, Abogada, Intercesora,… yo la consideré siempre la verdadera Fundadora de la Congregación y la Titular de la misma. Así mi vida se fue marianizando, hasta llegar a ser como Ella: madre de muchos hijos, así, también como la suya, mi maternidad se extiende en muchos hijos a los largo del tiempo, entre los que os encontráis  vosotros…
Bajo su protección coloqué a la Congregación, pidiendo de Ella y para toda la Familia Concepcionista su poderosa bendición. En su regazo quise morir, protegida por su manto que cubría mi lecho. Ella no se hizo esperar y, cuando apenas me faltaba el aliento de vida terrena, vi su figura que venía a buscarme, para presentarme así “santa e inmaculada” a la Trinidad.
Así finalmente, el hilo azul que unió toda mi vida me llevó a la eternidad y pude morir tranquila en sus brazos de Madre hasta despertar en Dios. Hoy te lo entrego para que sea éste también el hilo que conduzca tu vida y no dudes que la misma Belleza de María Inmaculada te llevará hasta la Belleza increada de la Trinidad.
Este año estáis celebrando el centenario de mi muerte y desde el Cielo os digo, como lo dije viviendo ahí: “nada temo cuando veo arraigado en vuestra vida el amor a María”. Así pude morir tranquila porque os dejaba en las mejores manos. Por eso no me importa decir: Seguid mi ejemplo como yo seguí el de María. Ella se dejó trabajar por la Gracia de Dios. Yo aprendí de Ella su apertura a los designios del Padre, su docilidad al Espíritu y su tierno amor a su Hijo Jesús. Por eso mi vida estuvo siempre bendecida por la Trinidad a través de la Inmaculada. En sus manos dejé la Congregación en esa triple fórmula de bendición que repetís en varios idiomas: “María, danos tu bendición…”. Os siento así bendecidas por María para ser bendición para todos.  Sed felices: desde el Cielo os bendecimos.
Y ahora tienes la tarea de construir tu propio hilo azul, que seguro que es muy interesante y me gustará saber.
 
HILO ROJO
Te contaré ahora algo de este hilo conductor, que es sin duda el más importante.
El Hilo rojo recoge mi historia de amor con Dios. Ésta comenzó, como la tuya, el día del Bautismo que ocurrió dos días después de mi nacimiento, el día 11 de Abril de 1848. Día primaveral en todos los sentidos, porque mi vida se abría como una primavera en flor, llamada a dar muchos frutos. Era la vida de Dios en mí la que comenzaba con las aguas del Bautismo,. Allí fui hecha hija de Dios y de la Iglesia, Templo de la Trinidad, ciudadana del cielo… allí se me regalaron los dones de la fe, la esperanza, la caridad. Sé que todo estaba en germen por eso recibí la llamada a desarrollarlo en plenitud.
Allí se me dio la vocación que habría de tratar de ir descubriendo poco a poco con los años. Y así lo hice en cuanto fui teniendo uso de mi razón. Me gustaba mucho estudiar el Catecismo y conocer la vida cristiana, aprender oraciones, saber de la vida de los santos, etc.…
Un día muy significativo en mi infancia fue el de mi Primera Comunión, ocurrida el 18 de abril de 1858. Al sentir a Jesús dentro de mí, brotó un deseo profundo de ser solo de Él y ¡para siempre! y así se lo dije. No olvidaré ese momento.
Las verdades de mi madre la Iglesia iban entrando en mi corazón de niña como lluvia suave que le empapaban. Quería conocerlas para vivirlas, trasmitirla y defenderlas…y así llegó una ocasión en que tuve que hacerlo ante un señor muy apuesto que llegó a mi casa y se atrevía a atacar a la Iglesia. Yo salí en su defensa por mi cuenta y todos, hasta mis padres, se extrañaron de mi valentía. Mi madre me abrazó después con un cariño especial. Algo verdaderamente importante para mí desde niña, y más aún en la adolescencia y juventud, eran los tiempos de oración que se fue haciendo poco a poco vida de oración, donde abría mi corazón a la Palabra de Dios y su Voluntad sobre mí. En casa teníamos un pequeño altar y allí me refugiaba con frecuencia. Mis padres y hermanos se sorprendían al verme tanto tiempo recogida.
También visitaba con frecuencia las iglesias de mi pueblo. Ante el Santísimo sacramento de la Eucaristía me sentía muy bien. Era para mí como un imán. Un día, estando en la iglesia de los jesuitas de repente sufrí una conmoción interior y me salió una oración: “Señor: que no le pase nada a Luis”. Salí corriendo para mi casa y me contaron lo que acababa de suceder: que Luis había sido volteado fuertemente por una correa de una máquina del telar… pero que todo quedó en un susto. Al escucharme lo que me había pasado quedaron sorprendidos. Para mi familia eso fue como un milagro, pues iban percibiendo mi atracción por la vida de fe y oración. También alimentaba mi espíritu con libros espirituales y vidas de santos que me entusiasmaban y me hacían arder en deseos de entregarme a Dios por la salvación de los hombres, mis hermanos.
Así fue discurriendo mi adolescencia y a los 15 años decidí ser religiosa. Llamé personalmente a las puertas de un convento de capuchinas. Al comunicárselo  a mis padres se armó una gran tormenta familiar, pues ellos ya habían planeado mi compromiso matrimonial con los padres de una joven llamado Pablo y, de paso, solucionar la crisis económica por la que estábamos pasando. Yo me sentí muy mal y me fui a rezar con mayor intensidad y a pedir consejo a mi director espiritual. Tuve que soportar largos meses y años de mucha tensión, hasta que por fin, se atuvieron a dejarme seguir mi vocación, tras mucho tiempo de oración y ayuda de mi director que nunca agradeceré bastante. Así después de 5 años, tenía ya 21, me permitieron ingresar en el convento de las RR. Adoratrices, donde pasé 20 meses dedicada casi exclusivamente a la formación, el estudio, la oración y el contacto con jóvenes marginadas.
Para resumir esta etapa te dejo con los medios que empleé siempre en mi discernimiento vocacional: la oración, el consejo espiritual y el contacto con la realidad que me envolvía, tratando de descubrir las huellas y las llamadas de Dios ahí. Así fui descubriendo progresivamente mi vocación de educadora, -aunque este es el tercer hilo del que hablaré después- ahora estamos en mi relación con Dios que se me iba manifestando más claramente como el Padre misericordioso, Providente y Fiel. Experimentaba que era Él el que iba guiando mi vida. Esta a veces aparecía con horizontes claros y otras muchas muy oscuros.
Me sentía feliz en la vida que llevaba, en la comunidad y en la misión pero en los tiempos largos e intensos de oración, que cada vez procuraba aumentar, sentía unos deseos ardientes de más entrega, de abrir horizontes, de buscar caminos… era la Providencia del Padre la que movía mi vida, lo sabía. Su misericordia y fidelidad se iban haciendo más patentes. Me sentía en sus manos y en ellas me abandonaba como un niño en los brazos de su madre. No sabía los planes que Él tenía sobre mí, pero intuía que no eran pequeños, a pesar de que yo experimentaba cada vez más pequeñez y me sentía débil, pero con S. Pablo, el apóstol de las gentes que tanto admiré, podía exclamar: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte, porque su fuerza se manifiesta en mi debilidad”. Y quien ponía estos deseos de más, estas ansias de entrega, era el Espíritu que me iluminaba y fortalecía con sus dones de sabiduría, entendimientos, fortaleza…y me comunicaba sus frutos como al paz, el gozo, la libertad… No podía ser otro sino el Espíritu de Dios el que hacia su obra en mí. Y esta obra, en realidad, era ir forjando cada vez con más claridad la imagen de Jesús, el Redentor, en mi espíritu. Notaba que se iba fraguando en mi personalidad la vida de Cristo. Y que eran María y el Espíritu quienes lo hacían, como en otra nueva encarnación.
Yo me dejaba hacer, dejaba que los acontecimientos se sucedieran a lo largo de los años de mi vida adulta y ¡no fueron pocos! Muchos gozosos, otros luminosos, pero con frecuencia dolorosos. Mi vida era como un rosario entretejido de los misterios de Cristo en mí. Entre ellos destaco el tiempo doloroso del “misterio pascual” vivido en la salida-expulsión como dominica de la Anunciata. Los acontecimientos los viví con tanta intensidad que creí que no podría soportarlos: hubo incomprensiones, calumnias, traición, abandono… era mi propia pasión, lo sabía, y por ella había de pasar unida a mi Maestro y Señor, para engendrar la vida de una nueva Congregación. Yo no sabía los planes de los hombres, pero me abandoné al Plan de Dios. Y Él sacó de mi debilidad la fuerza necesaria para este nuevo camino que es la Congregación concepcionista. Como resumen sólo puedo decirte haciendo mías las palabras de María: mi alma engrandece al Señor, porque ha hecho obras grandes en mí y por mí… Todo lo ha hecho Él. Yo sólo me abandoné en sus manos. Y nunca me defraudó.  Mi vida, mi identidad quedó ya configurada en Jesús, hecha una con Él y pude experimentar que había llegado a ser lo que siempre había soñado: “Carmen de Jesús”. Mi vida era Él. Lo dejamos aquí, porque sería largo relatar muchos detalles…para pasar el Tercer hilo.
 
HILO BLANCO
Como ves los tres hilos se van entretejiendo y éste ha sido también otro hilo conductor de mi vida, siempre al lado de Jesús y María Inmaculada, mis dos grandes amores.
Nací en una familia que valoraba mucho la formación cultural, algo no muy normal entonces. Me enviaron enseguida al Colegio y al lado de las monjas aprendí tanto las verdades de fe como una amplia cultura, todo lo que se podía abarcar entonces. También en casa se cuidaba nuestra formación en la piedad y en el ejercicio de los valores y las virtudes,… yo aprendía y a la vez se lo transmitía a mis hermanos a través de los medios audiovisuales que entonces existían como eran las imágenes, estampas, etc. Me gustaba leer los libros, periódicos y revistas que teníamos, algo que me iba dando una formación integral dentro de las posibilidades de entonces.
Cuando dejé el Colegio, acompañé durante años a grupos de formación en la Asociación de Hijas de María y asimismo entregaba parte de mi tiempo a los más pobres y abandonados en el Hospital de S. Andrés, que estaba muy cerca de casa. No quiero dejar de mencionar que Manresa fue el lugar donde, casi 4 siglos antes, había escrito S. Ignacio de Loyola sus famosos Ejercicios Espirituales, después de una larga e intensa experiencia de Dios. Los jesuitas estaban desde entonces muy ligados a este lugar que tanto ha marcado su espiritualidad y que también influyó en la mía. Varias veces tuve la gracia de realizar los  Ejercicios ignacianos que fueron una gran experiencia espiritual que jamás olvidaré y siempre recomendé.
Como sabes la vocación de educar la vi más clara en contacto con las jóvenes que habían caído en la prostitución, quizá porque no habían recibido formación. Al estar con ellas me preguntaba: ¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera tenido la suerte de una familia y de un Colegio que me han dado esa formación que hoy tengo? Y si estas jóvenes la hubieran podido tener ¿estarían hoy así? Porque, en realidad, yo me  daba cuenta que en el fondo de su corazón eran buenas y la Gracia de Dios les había sellado desde siempre.
Aquellos años de novicia adoratriz aprendí mucha pedagogía de la Fundadora Santa Mª Micaela. Veía cómo trataba a las jóvenes, no echándoles en cara su vida pasada, sino buscando entrar en su corazón, valorando a cada persona en su esencia para ayudarla a descubrir los dones con que Dios la dotó, a valorarse, a quererse, y a regenerarse así desde al amor de Dios. Descubrí que “todos somos, de alguna manera, abrazados por Dios, transformados por su amor. Y que la Iglesia es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos, descubriendo en ellos la imagen y semejanza divina, que constituye la verdad más profunda de su ser, y que es origen de la genuina libertad”.
Toda esta experiencia me fue indicando que mi vocación-misión específica era la educación y, aunque me costó, salí de allí resuelta a entregar mi vida en una Institución dedicada a la Enseñanza. Llamé a las puertas de una de ellas y me recibió el mismo Fundador: el P. Coll que grabó en mí, con su pedagogía, su sello de educador. Él quería que sus hijas fueran maestras de mente y corazón y que dedicaran tanto tiempo a preparar las clases como a la oración. Quiso llevar la educación a los lugares adonde era más difícil que llegara: las zonas populares, pero que fueran bien formadas, para lo que exigía que obtuvieran el título de maestras. Todo esto lo guardé muy bien y es lo que más tarde hice con mis religiosas. En los 22 años en que permanecí siendo Terciaria dominica fue feliz educando niñas de todas las clase sociales. Teníamos clases de niñas “de pago” y otras de gratuitas;  también abrí las puertas de la escuela a clases nocturnas para los adultos y para las chicas obreras que trabajaban todo el día en las fábricas. Tanto trabajé de día y de noche, sin dejar en ningún momento mi vida de oración y tan dura era la realidad de entonces con carencia de medios, que enfermé gravemente y varias veces temieron por mi vida. Mi salud no era fuerte pero sí lo era mi espíritu y mis deseos de educar el corazón y la mente de cuantas más personas mejor.
Sobre la situación creada entre los/as dominicos/as y mi comunidad de Barcelona ya sabes bastante, pero un tema conflictivo fue el de querer prescindir de las clases a las obreras y dar otro destino a aquella casa. Me resistí a ello…y las cuerdas, ya muy tensas por la situación canónica en que nos encontrábamos, -pues no estaba autorizada la Congregación en Roma-, que se rompieron y me obligaron a abandonarla… pero yo no sabía ni quería hacer otra cosa que educar y lo primero que hice fue alquilar el colegio en el que vivíamos y ponerle el nombre de “Virgen de Lourdes”. Quería educar, pero siendo religiosa. Esto tampoco me lo permitieron por lo que tuve que abandonar Barcelona y buscar caminos nuevos… ya a mi edad y con la salud muy deteriorada y sin apenas medios económicos. Todo un reto, una locura, una aventura de Dios a la que me enfrentaba con mis tres hermanas Candelaria, Remedios y Emilia.
La peregrinación vivida por los caminos de España fue larga y dolorosa, pero cada colegio era para mí una confirmación más de que el Señor no abandona nunca a los que se confían a Él. Y seguía acompañando los pasos de estas “pobres mujeres”, como decíamos. En las Constituciones fui escribiendo la pedagogía que el Espíritu había ido dejando en mi interior. Tracé esa pedagogía a los pies del Crucifijo. Allí bebía constantemente para alimentar mi espíritu y el de los demás que vinieran más tarde, como vosotros…. Allí descubrí el carisma concepcionista al sentir cómo la Inmaculada es el primer fruto de la redención, la más redimida y cómo en mis colegios se tenía que educar haciendo presente este Misterio.
Así fui poco a poco entrando en el Misterio de Dios y de cada persona, al comprender que somos introducidos, mediante la fe, en el misterio de amor que es la Santísima Trinidad. Quise educar en la verdad y en la belleza que esconde el misterio de cada persona, ayudándola a descubrir la huella de Dios en su corazón y en su vida. Sabía que la búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra. Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria. Yo deseaba servir con todas mis fuerzas a la persona humana y su dignidad, por eso consideré la educación como el mejor servicio a la verdad y de la libertad, porque está en juego el ser humano, «que es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma», y porque sin esa aspiración a la verdad, a la justicia y a la libertad, el hombre se perdería a sí mismo.
 Educar a la persona integralmente ha sido la gran pasión de mi vida. Y no encontré otra forma más eficaz de hacerlo que “inoculando en los métodos pedagógicos el amor a la Inmaculada”, como un día dijeron de mi… Sé que queda mucho por relatar de este hilo conductor, como de los otros. Solamente he querido iniciar este proceso para que hagas tú lo mismo con los “hilos conductores” de tu vida. Ánimo y adelante.
Sabes que TE QUIERO.
CARMEN DE JESUS SALLES

Dios te necesita
Aquella tarde, la comunidad monástica hacía, en su oratorio, una plegaria de intercesión. Una tras otra, se escuchaban las oraciones de los monjes: "Señor, te pido", "Señor, te pido", "Señor, te pido". También el Abad hacía su plegaria: "Señor, te pido...". Por fin, todos callaron largamente.
Hasta que de nuevo se dejó oír la voz del Abad: "Ahora, Señor, dinos en qué podemos ayudarte; te escuchamos en silencio". Al cabo de un rato concluyó: "Gracias, Padre, porque quieres contar con nosotros".
Y todos los monjes respondieron al unísono: "Amén". (Porque habían comprendido que la oración, como el amor, tiene dos tiempos: dar y recibir, y que si falta uno de ellos, se muere).

 

31D, UN GESTO Y UNA ACTITUD, 31 de diciembre
Apenas eso es este final de año y comienzo de otro.

  • Gracias infinitas gracias por el tiempo y lo que me dejó…
  • Gracias por las cosas que me ayudaron a vivir mejor.
  • Y gracias sobre todo POR LAS PERSONAS. Hoy soy la que soy por los encuentros que he tenido en este año que pongo a tus pies. GRACIAS… LAVALOS, PUTIFICALOS Y RECÓGELOS ASÍ…GASTADOS PERO LIMPIOS como esos objetos que hoy recojo de mi habitual usar y los pongo a tus pies, en el año viejo
  • Tú me darás una mañana nueva, un año nuevo. GRACIAS.



INICIO DE CURSO
Vamos a trabajar en e
ste ciclo escolar NUESTRA TIERRA, con el lema "SOMOS TIERRA DE BENDICIÓN"

Te propongo hacer, EN PRIMER LUGAR, un itinerario personal.

¿Cómo vamos a trabajar nuestra tierra? primero con el autoconocimiento.
¿Cómo entrar en relación conmigo mismo?        
Cuando nos relacionamos salimos de nosotros mismos en busca de un interlocutor que nos ayude a descubrirnos y a descubrirlo; esto significa que partimos de nuestro interior, de nuestra identidad, que conlleva nuestra dignidad, la cual merece respeto de los otros y, en especial, de nosotros mismos. Es así que nos compartimos con el otro y crecemos. Este proceso nos ayuda a descubrirnos y también a entendernos, aspecto esencial en el desarrollo de la persona.
 El ser humano es un ser en relación (primero en relación consigo mismo)
La práctica de la oración, la meditación, la reflexión y lo que facilite el autoconocimiento y la comprensión de sí mismo, beneficia la armonía interna.
¿Qué hacer con esta tierra? Lo primero tomar contacto con ella y percibir dónde está el problema de nuestra situación, de nuestra ansiedad, de nuestro inconformismo. Ya es importante esta toma de contacto. Para eso hay que pararnos, detenernos ante nuestra propia tierra, ser lúcidos y veraces y decirnos: ¿Cómo me siento? ¿Qué me está pasando? ¿Soy feliz?
Te invito a  una primera toma de contacto de tu tierra, a ponerte frente a ella, a tomar contacto con tus sentimientos, con tu situación personal, y a decirte la verdad. Será el primer encuentro para otros posteriores donde irás encontrando lo que buscas. STOP. Párate. Haz el esfuerzo de detenerte ante tu tierra y tomarla en tus manos. ¿Qué la está pasando? No te arrepentirás si lo haces.


¿QUE HACE UNA PERSONA “COMPROMETIDA” EN VACACIONES?
 
VACACIONES: PARA QUE ALGO SEA DISTINTO
  Partimos de la PALABRA DE DIOS:
Y descansó el día séptimo de toda su tarea.  Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque ese día descansó Dios de toda su tarea de crear (Gn 2, 2-3)
Seis días trabajarás y al séptimo descansarás (Ex 34, 21)

Vosotros venid aparte, a un paraje despoblado, a descansar un rato (Mc 6, 31)

UN TIEMPO PARA SOÑAR
Se trata de dejar salir los sueños que tenemos sobre lo que deseamos hacer en vacaciones. Por ejemplo: Escribe las cuatro cosas que sueñas hacer en vacaciones, o que tú piensas que haciéndolas pasarías unas vacaciones fenomenales, y si no se te quedarían un poco «tristes».
Deja hablar a los datos.  Proponte actividades posibles, que otros hacen, que tú podrías realizar (aunque suponga algún tipo de esfuerzo).
  1. ---------------------------------------------------------------------------------------
  2. ---------------------------------------------------------------------------------------
  3. ---------------------------------------------------------------------------------------
  4. --------------------------------------------------------------------------------------
UN TIEMPO PARA ANALIZAR
Es preciso analizar las respuestas con una «plantilla» de valores: Por ejemplo: esos sueños, ¿qué valores fundamentales revelan?: Formación personal (lectura, cultura, conocimientos de algún tipo, etc.), altruismo, deporte, silencio-reflexión, etc.
También es un tiempo para sacar conclusiones de lo que llevas caminado últimamente:
  * Qué te ha cansado más y qué has hecho con más desgana o descuido...
  * Para qué te ha faltado tiempo (y no debiera haberte faltado).
 * En qué has crecido, madurado, mejorado...
 * Qué personas te han marcado o han sido importantes para ti y a quién has dedicado tú más atención.  Valóralo.
   * Cómo valoras tu ritmo de trabajo: distribución, orden, preparación, priorización...
    * Qué ha habido de creatividad, de inercia, de rutina, de esfuerzo...
 
UN TIEMPO PARA HACER: SUGERENCIAS
  1. Dejar de lado totalmente el trabajo de cada día, lo que nos ocupa normalmente.
  2. Imponernos la quietud, la calma, no un ritmo loco de consumir kilómetros, cosas, actividades, ...
  3. Tomarnos algunos días de «no hacer nada» más que lo más elemental y vital.
  4. No hablar tanto, sino más profundamente: lo que sentimos, lo que nos preocupa, lo que nos da vida, lo que nos la quita...
  5. Cultivar las amistades con las que «se puede hablar», y no tanto la gente con la que «toca» por exigencias del tipo que sea.
  6. Permitirnos cultivar las dimensiones más espirituales con la lectura (búscate algunos libros apropiados y el tiempo para leerlos reposadamente), el silencio, la contemplación, el paseo solitario o contemplativo, el arte religioso, alguna celebración más preparada...
  7. Darnos tiempos familiares de convivencia, de hablar, de «mirar» fotos familiares de ayer, ordenándolas, de practicar alguna afición...
  8. Puedes llevar un «diario de ruta» de nuestras vacaciones, donde plasmar lo que vamos viviendo, sintiendo, contemplando... Anotar lo que brota del hondón del alma, lo que te da que pensar, lo extraordinario que descubres en medio de lo ordinario...
  9. Pasar algún día, o un rato prolongado en un paraje despoblado, en la naturaleza
  10. Ejercitar los sentidos:
  1. Escuchar (prestar atención): a una canción, a sonidos, al silencio, a las personas...
  2. Oler: las hierbas del campo, las flores, los ambientes diferentes...
  3. Ver: la luz del sol en sus diferentes tonos según las horas del día, los colores del cielo, el arte, los detalles, lo que se nos suele pasar inadvertido... Leer despacio la prensa...
  4. Gustar: saborear algunas comidas, comer más despacio, preparar yo algún plato... Caer en la cuenta de las cosas que te gustan y disfrutarlas...
  5. Tocar con delicadeza las cosas, los seres vivos, lo que está a nuestro lado cada día y «no vemos», quitarles el polvo acumulado, ordenarlas...
(Nota: Respondo la pregunta del comienzo: ¿QUE HACE UNA PERSONA “COMPROMETIDA” EN VACACIONES? Pues se responde no con el hacer sino con el ser. SER LO QUE ERES, ESTÉS DONDE ESTÉS).
 
ORACIONES REPOSADAS
    SÓLO EN DIOS DESCANSA MI ALMA (Salmo 62)
Descanso a veces, pasajeramente,
en pequeños refugios:
un paisaje apartado, una buena noticia,
un encuentro feliz, el trabajo bien hecho,
la sorpresa del sol y el aire fresco
al abrir mi balcón por la mañana
y sentir como el soplo de la vida
tu aliento creador sobre mi frente.

Descanso a veces en la gente buena,
en sus palabras limpias,
seguras y esperadas
como una medicina.
Y busco alguna vez como descanso
el pecho de los bienes aparentes
que colman mi vacío y mi fatiga.
Pero me crece pronto la nostalgia
y me vuelvo veloz a tu recuerdo.
Descanso sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza.
Descanso en el deseo de abrazarte
cuando tengo y abrazo tantas cosas
que él acerca a mi pecho.
Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia:
todos juntos en la balanza
subirían más leves que un soplo.
Sólo tu amor eterno y sin fatiga
funda la consistencia de los hombres.
Sólo en tu amor es firme mi descanso.
Sólo tu amor nos salva de la nada.
 
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Dices, ‘ven a mí’.
Yo me resisto, pregunto,
quiero plantear un calendario,
un precio, una tasa.
Hasta que bajo los brazos,
abandono las pegas
y me fío de tu llamada.
Entonces descubro quién eres.
 
Eres espacio seguro
donde me sé en casa.
Eres mi tierra,
mi descanso, mi paga,
el abrazo que me envuelve,
la caricia que me sana.
Eres palabra
que ofrece un camino
y eres silencio que calma.
Eres fuerza sin violencia,
fiesta sin ausentes,
bienaventuranza.
Eres, en mi luto, danza
en la paz, refugio,
en la noche, llama
Eres en mi nada, todo.
                  Tú eres mi única batalla.                     

(José M Rodríguez Olaizola, sj)
 




En el mes de Junio, dedicado a Jesucristo en la devoción del Corazón, te deseo estos dos poemas. A ver si te sirven.

Talita Kum
Ahora. Levántate.
No te dejes morir
en muertes cotidianas
que acallan el verso
que secan el alma
y frenan el paso
hasta dejarte inerte.
 
No mueras en vida,
sepultado por nostalgias,
rendido antes de tiempo,
consumido por dentro.
No permitas que te envenene
el odio, ni dejes
que la amargura –¿o es miedo a vivir?–
haga de tu corazón una losa.
 
Levántate.
Sostenido por la memoria
de buenos amigos y buenos momentos,
confiado en un hoy grávido de oportunidades.
Movido por la esperanza en lo que ha de llegar.
 
Levántate, agradecido por tanto…
Ama,
descubre los milagros ocultos,
cree.
Y pelea, si hace falta,
la batalla nuestra de cada d&iacut
&