Rosario Moreno Montalvo

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ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN
QUERDO HIJO/A:
Solo unas letras en este comienzo de curso que se promete lleno de vida y bendición. Soy Yo, tu Padre, tu Dios, tu Creador, quien te ha traído aquí y quiero recordarte algunas de las bendiciones con las que te he acompañado en la vida.
Desde el principio, antes de los siglos, mucho antes que tus padres te imaginaran, YO TE CREE, te CONSAGRÉ para que fueras mío/a. Te elegí porque te amaba. YO TE AME PRIMERO, NO PORQUE FUERAS BUENO/A, NO POR TUS CUALIDADES Y BONDADES… SINO PORQUE YO LO SOY. Puse en ti mi sello de amor desde toda la eternidad, y al crearte dije: ERES mío/a; desde siempre pensé en ti, ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN.
Te hice HIJO mío en el Bautismo, donde te gravé con el sello de identidad que nadie puede borrar jamás: El Espíritu. Te regalé sus dones y frutos: estás lleno de sabiduría, de fortaleza, de entendimiento,… de bondad, de amor… Tu sello es mi sello. Llevas en ti el mismo Espíritu que nos une a nosotros tres y nos hace vivir la Comunión. Recuerda que el Espíritu te dice hoy de nuevo: ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN.
Te enseñé el camino de la Vida y te colmé de todas las bendiciones celestiales al darte a mi Hijo para que Él sea tu Salvador y Guía, tu Maestro y Señor, tu Redentor. En Cristo, mi Hijo, lo tienes Todo: Luz, Paz, Sabiduría, Justificación, Redención. Él es tu Camino, tu Vida y jamás se separa de ti, (a no ser que tú, conscientemente, le abandones). Te recuerdo: En Cristo, mi Hijo ha sido hecho hijo y ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN.
Te traje a una tierra fértil y bonita, llena de bendiciones: la Tierra concepcionista; es un Jardín donde puedes encontrar muchas flores, que son tus alumnos y abundancia de frutos, que son todos los medios de ayuda y formación que has recibido y recibes. En medio de este Jardín se encuentra MARIA INMACULADA, la más bella flor, la que formé sin mancha alguna para que te recrees en su Belleza y trates de imitarla. Ella es el árbol santo que está llena de frutos para que tomes de Ella lo que necesites. No olvides que está siempre a tu lado, te mira, te bendice y te dice cada día: “no te sientas solo/a ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿Qué necesitas?” .No olvides de acudir a Ella cada día y recoger su bendición. Te recordará: ERES BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN
Y ya para terminar, sabes que todo DON, toda Bendición lleva consigo un encargo, una tarea: cultivar este Jardín, hacerte presencia en medio de las flores, que son los alumnos, y darles cada día la mejor enseñanza: tu Bendición, hecha con una palabra amables, con una sonrisa, con una corrección sincera, con una lección bien aprendida porque eres tú mismo/a esa lección. Nada puedes dar si no lo posees. Te animo a que cada día recojas mi bendición de Padre, de Hijo, de Espíritu, con la que mejor la supo acoger: MARIA, y SERÀS BENDECIDO PARA SER BENDICIÒN.
Feliz y bendecido curso 2017-18. Estoy contigo:
Yo, Tu Dios
 





Bendice mis manos
Señor, bendice mis manos
para que sean delicadas y sepan tomar
sin jamás aprisionar,
que sepan dar sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

Señor, bendice mis ojos
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;
que vean detrás de la superficie
para que los demás se sientan felices
por mi modo de mirarles.

Señor, bendice mis oídos
para que sepan oír tu voz
y perciban muy claramente
el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y la palabrería,
pero no a las voces que llaman
y piden que las oigan y comprendan
aunque turben mi comodidad.

Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivian,
que nunca traicione confidencias y secretos,
que consiga despertar sonrisas.

Señor, bendice mi corazón
para que sea templo vivo de tu Espíritu
y sepa dar calor y refugio;
que sea generoso en perdonar y comprender
y aprenda a compartir dolor y alegría
con un gran amor.
Dios mío, que puedas disponer de mí
con todo lo que soy, con todo lo que tengo.
 


Cuatro palabras clave

La educación está cambiando, algo que en definitiva se está cuestionando. Con esta evolución también está cambiando la forma en la que evaluamos a los alumnos. Mark Barnes, autor, educador y consultor en educación señala que la forma en la que evaluamos a los alumnos se debe enfocar en cuatro palabras clave.
Barnes cree que la evaluación actual de los estudiantes con números, porcentajes o letras es muy extrema e injusta. Expone el ejemplo de un alumno con dislexia al que se le somete a un examen de 2 horas de duración, es obvio que lo que ha aprendido no se va a reflejar en la prueba.
Todos los alumnos están siendo evaluados por pruebas que se realizan en un solo día y bajo ciertas situaciones que generalmente generan estrés, estas evaluaciones no son significativas porque los alumnos no reflejan lo que han aprendido.
Por esta razón Barnes propone que las evaluaciones se realicen con base en cuatro palabras que condensen el aprendizaje de los alumnos.

  • Resumir: realizar una o dos oraciones de lo que se ha logrado aprender.
  • Explicar: dar una explicación detallada y objetiva de lo aprendido, y/o demostrar lo que hace falta aprender, siempre con base en los objetivos de estudio.
  • Redirigir: si el alumno no está mostrando progresos en su aprendizaje, es momento de redirigir su enseñanza a lecciones previas, asesoría de parte de un par o del profesor.
  • Rehacer: hay que pedir a los estudiantes que presenten nuevamente algunas actividades, sobre todo en caso de que su aprendizaje esté atascado, pero también para que reafirmen el conocimiento. Así los profesores podemos evaluar una vez más su progreso.

La idea de estas cuatro palabras es crear un discurso inteligente en la forma en la que nuestros alumnos aprenden. Nos estamos asegurando de que ellos obtengan una mejor comprensión en su aprendizaje, lo que hace que tengan un mejor aprovechamiento.
Barnes cree firmemente que este es el camino para resolver el problema educativo más urgente en estos momentos, la forma en la que evaluamos. ¿Crees que este es el camino correcto? Danos tu opinión.



Cinco frases que jamás dicen las personas exitosas
Recuerde no ser derrotista en su discurso si quiere alcanzar un objetivo
También recuerde que las palabras predisponen la actitud y ánimo de quien las pronuncia.
Por esto que es esencial que tenga presente lo que nunca debe permitirse decir:

1. “No tengo otra opción."
Siempre tiene una elección. De hecho, usted está eligiendo cada día, cada hora, cada minuto. No elegir es una elección, también. Al decir que usted no tiene una opción en algo, está dejando de lado su capacidad de elegir. Así que si no le gusta algo de su vida, tome una elección, para hacerla diferente.

2. “No puedo. "
¡Sí, usted puede! Incluso si está en una mala situación. Usted puede sentirse demasiado viejo, puede estar enfermo, se puede estar divorciando, sin trabajo. Pero lo importante, es que ¡está vivo! Su viaje está lejos de terminar. Dese cuenta de que usted puede hacer cualquier cosa. El hecho de que no se pudiera hacer algo antes, no significa que no será capaz de hacerlo en el futuro. Todo es posible.

3. “Perdí mi oportunidad. "
Charles Chaplin dijo una vez: "Nada es permanente en este mundo, ni siquiera nuestros problemas".
Aunque no lo crea, usted está exactamente donde tiene que estar, para dar el siguiente paso y que este sea mejor. No podemos cambiar el pasado; sólo podemos cambiar el presente. Si no puede ver la oportunidad, constrúyala. Recuerde, nunca es demasiado tarde para ser lo que podría haber sido. Siga creciendo, siga aprendiendo.

4. "Mis metas y sueños pueden esperar. "
¿Esperar qué? Sus sueños y metas no pueden esperar. Sería una desgracia para usted, llegar a viejo sin ver la belleza y la fuerza de su potencial.
Así que debe ser lo suficientemente valiente como para ir tras sus sueños. Todos tenemos sueños por una razón, y la razón es para alcanzarlos. Conviértase en la persona que está destinado a ser, porque no va a tener una segunda oportunidad en la vida. Es por eso que usted debe de ser un soñador, un creyente y una persona positiva.

5. "Ellos probablemente tengan razón, así que debo estar equivocado."
No deje que otros lo confundan. Usted ya sabe lo que es mejor para usted. Escúchese. Otros podrían saber lo que es mejor para ellos mismos, pero seguramente no saben lo que es mejor para usted. Albert Einstein dice: “El que sigue a la multitud suele ir más allá de la multitud. Los que caminan solos es probable que se encuentren con lugares en los que nadie ha estado nunca”.
Incluso si la gente no lo apoya, no quiere decir que está equivocado. Está bien tomar un camino diferente, siempre y cuando usted sepa por qué lo está haciendo.
 




DECALOGO DE PASTORAL JUVENIL

1.-  No podemos caer en la desesperanza, en el derrotismo, en el lamento, en el catastrofismo o en la nostalgia. Tampoco es buena actitud la de minusvalorar, minimizar o esconder la realidad o la del triunfalismo o la autocomplacencia.

2.- Es aceptar hoy y siempre a los jóvenes como lo que son: jóvenes. No podemos pretender tener jóvenes “viejos”, jóvenes prematuramente adultos, al igual que tampoco los adultos se han de hacer jóvenes.

3.- Debemos conocer y asumir sus lenguajes, su cultura, sus modos y sus modas. Son hijos de su tiempo y de su generación.

4.- Debemos descubrir, desenmascarar y denunciar, con ellos, que son los adultos quienes traman y quienes se benefician de lo que podríamos denominar los vicios, pecados y lacras de los jóvenes.

5.- Las autoridades deben contribuir de manera efectiva, con  la legislación y las medidas pertinentes y oportunas a que los jóvenes no se sean pasto fácil e indefenso del consumismo, del hedonismo, del alcoholismo, de la drogadicción y de las demás adicciones.

6.- Las familias, los centros educativos, las parroquias, las comunidades y movimientos y los medios de comunicación deben comprometerse a formar a los jóvenes en los valores esenciales de la vida. Y el mejor camino para ello es el testimonio y el ejemplo. La “culpa” nunca es solo de nadie o dicho de otra manera, la culpa es de todos.

7.- La Iglesia debe invertir tiempos, personas y efectivos de toda índole en la preparación de agentes de pastoral juvenil. Debe asimismo fomentar asimismo ámbitos propios de formación, de ocio y de vida cristiana para los jóvenes. Los jóvenes son primeros y extraordinarios apóstoles y evangelizadores de los mismos jóvenes.

8.- La Iglesia debe mostrar el Evangelio a los jóvenes tal cual es el Evangelio. Sin rebajas, sin edulcorantes, sin engaños. Con verdad, con valentía, con amor. Como hizo Jesús como el joven rico. Como Ignacio de Loyola interpelaba a Francisco Javier.

9.- La Iglesia estar con los jóvenes, debe acompañarles de manera efectiva y afectiva. Debe, pues, acercarse a los jóvenes, hacerse presentes en medio de ellos, en sus ambientes y en sus vida. Y debe hacerlo como Iglesia. Debe conocerlos, acompañarlos, escucharlos, sin paternalismos o “coleguismos” varios, vanos y siempre, tarde o temprano, estériles.

10.- Es necesario sembrar, orar, servir, esperar y, sobre todo, amar. Y todo ello, a tiempo y a destiempo. Con toda la paciencia y con toda la perseverancia y, sobre todo, con todo el cariño.

Jesús de las Heras Muela




 
DIALOGO DEL HOMBRE CON “BELEN”
Reflexión - oración

HOMBRE
¿Qué nos dices de ti, Belén?
¿Por qué, con tan pocas palabras, nunca nadie ha dicho tanto?
¿Por qué tu cueva me invita al silencio y la escucha?
 
BELEN
Yo no os digo nada. Simplemente acojo y callo. A mí, me ha tocado ser aquella ciudad, insignificante y pequeña donde Dios que habitaba en lo alto, pensó en mí para descender sorprendentemente en la tierra.
Yo no hablo mucho. Porque Aquel se ha dignado nacer en una de mis cuevas, ni tan siquiera me ha exigido comodidad, ni derecho alguno.
 
HOMBRE
Explícanos entonces; ¿qué se siente cuando Dios toca las entrañas de un pueblo? ¿Cómo has recibido ese anuncio de que, tú Belén, entre todas serías la preferida y la más bonita para Dios?
 
BELEN
¿Qué es lo que yo he sentido? Un regalo inmerecido. A mí, por lo que se escuchaba en las sinagogas, por lo que anunciaban los profetas, siempre me pareció algo fuera de toda lógica. ¡Qué Dios se acordase de mí! Ni yo podía pretender tal huésped ni, tan ilustre huésped, alguien tan pobre y menor como yo.
Aquella noche, de todas formas, siendo sencilla y maltrecha por fuera, me sentí la ciudad más preciosa y poderosa por dentro. ¿Se puede desear algo mejor?
 
HOMBRE
¿Qué dijo María de ti? ¿Cómo te miró José?
 
BELEN
Nunca los olvidaré. Sus pisadas quedaron para siempre clavadas en la memoria y en el empinado de mis calles. Sus miradas, rotas por la angustia de lo que estaba a punto de ocurrir, son cristales que yo guardo en las ventanas de mis casas. Sus corazones, aún hoy, siguen latiendo en los hombres y mujeres que creen y esperan, como yo creí y me asombré en esa noche.
Nunca olvidaré las palabras de María: tú, Belén, serás hoy la habitación donde daré lo que Dios, en Nazaret, me anunció.
No podré olvidar el rostro de un José sereno y nervioso a la vez: tú, Belén, eres grande y sabia. En ti, mi vara descansará hasta el amanecer. Hasta el día, cuando camino de Egipto, por salvar a este Niño, tengamos que alejarnos de ti.
 
HOMBRE
Cuéntanos un poco de aquel Niño que, siendo hijo de quien fue, pasó desapercibido para la mayoría de tus habitantes. ¿Cómo fue el parto? ¿Quién asistió? ¿Tan severa fue la soledad y la indiferencia de los que lo esperaban y no se percataron de su presencia?
 
BELEN
Hablar de Jesús es imposible. Aquella noche no hubo palabras. Sólo gestos. Humillación. Ternura. Silencio. Tan sólo un canto, increíblemente angelical, se escuchaba allá al fondo de todo el Misterio. Ha pasado el tiempo y, ahora me doy cuenta, que aquellos himnos de gloria y de paz….sólo eran audibles, inteligibles para la gente que esperaba. Para los hombres que soñaban con la llegada de un Dios humanado.
Siento que mis entrañas se acongojan cuando recuerdo aquel amor que, sin decir nada, hablaba tanto, todo lo decía, todo lo guardaba, todo lo expresaba, todo era pequeño aún siendo grande.
El gemido del Niño era el llanto de un Dios que se dolía por la situación del mundo.
Las caricias de María, eran adelanto de lo que en Viernes Santo, el niño que llegó a joven iba a sentir en su propio cuerpo.
El silencio de José era, tal vez, premonición de su ser y de su figura, de su fe y de su hondura: quiso que sólo brillara la luz en medio de las pajas.
 
HOMBRE
Hasta nosotros, Belén, ha llegado la noticia de que Dios nació en la indiferencia más absoluta. Que fue rechazado. Que muchas puertas se cerraron a su paso cuando, Dios, iba en carroza virginal, buscando posada......
 
BELEN
Aquella noche me sentí avergonzada. Hoy siguen resonando en mi conciencia aquellas palabras de Juan: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”
Yo, os lo digo con el corazón en la mano, quise recibirlo en el más cálido hogar, en la mejor familia. Pero, Dios, se empeñó en nacer en una casa sin número, en una morada sin fuego, en un rincón sin más techo que el cielo estrellado.
Pero, dejadme que os pregunte: ¿Acaso, entonces, hubierais sido vosotros distintos? ¿Acaso, con Dios, sois más acogedores hoy? ¿Acaso no le cerráis innumerables puertas? ¿Acaso no se congela su rostro divino, cuando os acercáis hasta El con un corazón peligrosamente frío?
Hoy, yo, Belén, sigo naciendo, viviendo, actualizándome, proyectándome en vosotros. Son dos caras de una misma moneda: el sí o el no.
Muchos de los que eran vecinos míos, dieron la espalda al mejor de los inquilinos nunca conocidos por mí.
Algunos de los que, estando lejos de mis muros, dejaron todo y se apresuraron a otear el horizonte para, después de marchar tras un aleteo del ángel mensajero, postrarse ante la gruta con simple miel, leche o queso.
Otros más, hicieron de aquellos días, un acontecimiento memorable para mí nombre: por unos momentos, me sentí palacio, imperio, reino, cuando tres regios personajes se fiaron de un astro y ofrecieron incienso, mirra y oro.
Acompañadme, si queréis. Hoy -de nuevo- podemos hacer que se produzca ese milagro: DIOS ENMANUEL......CON NOSOTROS.
Hoy, entre otras cosas, de Dios, he aprendido que para ser hombre, hay que ser primero pequeño..., niño.
 
Canto: un villancico
Nota: puede finalizarse este momento de contemplación del Misterio con la proclamación del Evangelio del Nacimiento de Cristo u otro acorde a cada sensibilidad o situación.




¡Ojalá nos sirva de reflexión y compromiso en este comienzo del curso 2013-14!

EL PLACER DE SERVIR


Toda la Naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube,
sirve el viento,
sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.
 
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que apartó la piedra del camino, el odio entre los corazones
y las dificultades del problema.

Hay la alegría de ser sano y la de ser justo;
pero hay, sobre todo, la hermosa, la tan inmensa alegría de servir.
¡Qué triste seria el mundo si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender!

Que no te llamen solamente los trabajos fáciles.
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito con los grandes trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios: adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.


Aquel es el que critica, éste es el que destruye, tú sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores. Dios, que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamársele así́: «El que sirve».
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día:
« ¿Serviste hoy?
¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?

Gabriela Mistral



 

QUÉ ENTENDEMOS POR DISCIPLINA

  • Es el ejercicio de la autoridad, no del autoritarismo, mediante normas y limites que se hacen cumplir y que brindan seguridad y protección, donde se sepa qué hacer y qué se debe esperar.
  • Se adquiere a través de rutinas, pautas y hábitos, horarios que se trabajan día a día para lograr los alumnos responsables, capaces de diferenciar el mal del bien y, por tanto, capaces de decidir. La disciplina es necesaria para la convivencia.
  • Es la capacidad de actuar ordenada y perseverantemente para conseguir un bien. Exige un orden y unos lineamientos para poder lograr más rápidamente los objetivos deseados, soportando las molestias que esto ocasiona.
  • La principal necesidad para adquirir este valor es la autoexigencia; es decir, la capacidad de pedirnos a nosotros mismos un esfuerzo "extra" para ir haciendo las cosas de la mejor manera.
  • El fin último de la disciplina es formar seres humanos felices, capaces de enfrentarse con éxito a la vida y a la sociedad que le rodea.
La podemos dividir en tres aspectos:
-COMO AMBIENTE GENERADO
-COMO ACTITUD FORMATIVA
 
1.-COMO AMBIENTE GENERADO:

Necesitamos que se vea un AMBIENTE DE TRABAJO, para ello hemos de HACER LOS QUE TENEMOS QUE HACER, EN EL MOMENTO Y LUGAR ADECUADOS.

Lograr un ambiente de trabajo serio, responsable, educativo. Que cada miembro de la comunidad educativa realice sus roles de manera adecuada.
Mantener un ambiente que permita afrontar los problemas que surjan, con fortaleza y entereza de espíritu.
 
2.-COMO ACTITUD FORMATIVA

Crecer en la capacidad de dar una consistencia a la propia vida. La disciplina es un medio para realizar los cambios personales necesarios en vista de una formación integral.

La disciplina fortalece la personalidad.
La disciplina se conceptualizará en las reglas y normas, así como las consecuencias que tendrá la violación de éstas.


¿CÓMO EXIGIR UN BUEN COMPORTAMIENTO?  
 
Ante todo EXIGIR CON AMOR.
 Recordemos a M. Carmen que decía que “más se consigue con el cariño y la dulzura que con la dureza y el rigor, aún cuando a veces se deben emplear estos si los demás medios no alcanzan pero siempre con moderación y prudencia”. “Hay que mezclar la dulzura con la firmeza, la suavidad con la exigencia”.
 
  1. Tener unos objetivos claros de lo que se pretende: EDUCAR.
  2. Dar ejemplo para tener fuerza moral e influencia.
  3. Establecer normas realistas, ajustadas, que sean capaces de llevar a cabo.
  4. Explicar con la mayor claridad posible cuáles son las consecuencias positivas y negativas de los actos.
  5. Instrucciones simples, comprensibles para ellos y razonables, es decir, peticiones especificas, en las que quede bien claro el comportamiento que deben seguir.
  6. Explicarles las razones por las que se les pide o se les prohíbe que hagan algo, aunque no las comprendan.
  7. Tener coherencia en el mensaje. Lo que se dice, cómo se dice y lo que se hace.
  8. Decirles cuando han hecho las cosas bien.
  9. Confiar en los alumnos.
  10. Actuar y huir de los discursos.
  11. Reconocer los errores propios. Nadie es perfecto, los padres tampoco. El reconocimiento de un error por parte de los profesores da seguridad y tranquilidad al alumno y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque los errores no son fracasos.
  12. Ser firmes en mantener lo que se exige. Una vez que el alumno ya sabe qué debe hacer, y no lo hace, habrá que actuar consecuentemente y así aumentará nuestra autoridad.
 
¿POR QUÉ NO OBEDECEN LOS ALUMNOS?
-Algunos lo hacen para llamar nuestra atención, aunque sólo reciba castigos o reprimendas.
-No atiende a lo que se le pide porque está atento a otra actividad.
-Estar recibiendo demasiadas órdenes a la vez.
-No comprender lo que se le manda: por ejemplo: “tienes que portarte bien”. ¿Dónde, cómo, con quién?
-Saben que los maestros van a repetir varias veces la petición antes de que se pongan a realizarla.
 
¿QUÉ NO HAY QUE HACER?
  1. La permisividad. Es imposible educar sin intervenir.
  2. Ceder después de decir “no”.
  3. Agresividad. Gritar. Perder los estribos.
  4. Incumplir las promesas y las amenazas. Cada promesa o amenaza no cumplida es un poco de autoridad que se queda en el camino. Las promesas y amenazas deben ser realistas, es decir, fáciles aplicar.
  5. Falta de atención cuando nos hablan.
  6. Exigir cambios inmediatos sobre todo en los alumnos más difíciles.
  7. Ser inconstantes: en educación, prevalece lo que se hace día tras día. Cualquier aprendizaje requiere tiempo, y más aquellos referidos a la formación  del carácter y personalidad.
  8. Confundir la firmeza y disciplina con el autoritarismo.
 




Comienza un nuevo Curso escolar, al menos en algunos lugares... ¡animo! Hay que echarle ganas, fe, lusión, compromiso... aquí van algunas pistas por si sirven para conducir un grupo de clase

QUÉ ENTENDEMOS POR CONDUCIR UN GRUPO

Como Comunidad tiene este colegio la ventaja de marchar a su objetivo bajo la unidad de acción, unidad de principios, unidad de senti­mientos y método que produce en el alma de los educandos espíritu de orden, de unión, de inocencia, de amor al estudio y a la labor y, sobre todo, un espíritu completamente cristiano"(M. Carmen Sallés).

CRITERIOS A TOMAR EN CUENTA
1.-El alumno es persona con capacidad para crecer en libertad e interdependencia
2.- Algunos  de los alumnos no tienen soportes familiares adecuados que les permitan elaborar sus mecanismos de crecimiento. Por lo tanto hay que ayudarles a crearlos.
3.-Los límites son necesarios para formar una personalidad equilibrada, consciente y recia.
4.- Un grupo requiere de hábitos mínimos para poder trabajar, es el maestro/a es el encargado de fomentarlos. La conducción de un grupo requiere de reglas claras  para poder trabajar.
5.-Democracia y participación no son sinónimo de anarquía, sino todo lo contrario. Se deben  señalar los indicadores a tomar en cuenta en la dinámica grupal.
6.-Que todo mundo sepa qué tiene que hacer a cada momento. Esto reduce la ansiedad y la inquietud.
7.-A mejor planificación y previsión menor descontrol  grupal.
8.-El lenguaje no verbal es muy importante y eficaz.
9.-La conducción grupal requiere de planificación, realización y evaluación acertadas.
10.-El maestro/a debe tener siempre la visión general de todo el grupo. Se debe evitar, el protagonismo excesivo de alguno y la pasividad o acomodamiento de  otros.
 
PISTAS PARA LA CONDUCCION GRUPAL

1.-Ten siempre la visión global del grupo.
2.-Da indicaciones; una a la vez y  comprueba que se realice.
3.-Nunca des indicaciones si no hay atención.
4.-Indica el trabajo a realizar y comprueba que te hayan entendido. Posteriormente, pasa a cada equipo y asesora para que cumplan el objetivo.
5.-No permitas que te aborden y pierdas la visión grupal, mejor ve a cada lugar y ahí aclara dudas, siempre cuidando de tener visión general.
6.-Planea el trabajo de tal manera que puedas revisarlo en el momento, al pasar por los equipos.
7.-Nombra encargados.
8.-Ten preparado trabajo para los que acaban pronto.
9.-Motiva siempre, y recompensa el esfuerzo del trabajo en equipo.
10.-Detecta a los niños /adolescentes que no participan.
 

 



En el final del ciclo escolar en muchos lugares de la geografía concepcionista, les invito a orar con la oración de esta gran maestra. Y agradezco desde aquí toda la misión educativa que hacen en sus parcelas de esta Jardín. Que María y el Unico Maestro nos guie a todos y todas en esta difícil y bonita misión. Desde México un gran GRACIAS

ORACION DE UNA MAESTRA

¡Señor, Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestro que Tú llevaste sobre la tierra! Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.

Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de lo que enseñé. Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes.

Muéstrame que es posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por Él. Hazme fuerte, aún en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme desperdiciadora de todo poder, de toda pasión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.

Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección diaria. Dame levantar los ojos de mi pecho herido al entrar cada mañana a mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de cada hora.

Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. Reprenda con dolor para saber que he corregido amando.
Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. La envuelva en la llamarada de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda.

Mi corazón le sea más columna y mi buena voluntad más oro que las columnas y el oro de las escuelas ricas.
Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de Velázquez, que enseñar y amar intensamente sobre la tierra es llegar al último día con el lanzazo de Longinos de costado a costado.      
         
(Por Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura en 1945)
 


SIGNOS PARA EL CAMINO Y VIVIR EN PASCUA
 
INTRODUCCIÓN

La Navidad, el nacimiento del Niño divino, nos resulta enseguida hasta cierto punto comprensible. Podemos amar al Niño, podemos imaginar la noche de Belén, la alegría de María, de san José y de los pastores, el júbilo de los ángeles. Pero resurrección, ¿qué es? No entra en el ámbito de nuestra experiencia y, así, el mensaje muchas veces nos parece en cierto modo incomprensible, como una cosa del pasado. La Iglesia trata de hacérnoslo comprender traduciendo este acontecimiento misterioso al lenguaje de los símbolos, en los que podemos contemplar de alguna manera este acontecimiento sobrecogedor. En la Vigilia Pascual nos indica el sentido de este día especialmente mediante tres símbolos: la luz, el agua y el canto nuevo, el Aleluya.

La luz
«Que exista la luz» (Gn 1,3). Donde hay luz, nace la vida, el caos puede transformarse en cosmos. En el mensaje bíblico, la luz es la imagen más inmediata de Dios: Él es todo Luminosidad, Vida, Verdad, Luz. En la resurrección Dios dice de nuevo: «Que exista la luz». La resurrección de Jesús es un estallido de luz. Se supera la muerte, el sepulcro se abre de par en par. El Resucitado mismo es Luz, la luz del mundo. Con la resurrección, el día de Dios entra en la noche de la historia. A partir de la resurrección, la luz de Dios se difunde en el mundo y en la historia. Se hace de día. Sólo esta Luz, Jesucristo, es la luz verdadera, más que el fenómeno físico de luz. Él es la pura Luz: Dios mismo, que hace surgir una nueva creación en aquella antigua, y transforma el caos en cosmos.

En la Vigilia Pascual, la Iglesia representa el misterio de luz de Cristo con el signo del cirio pascual, cuya llama es a la vez luz y calor. El simbolismo de la luz se relaciona con el del fuego: luminosidad y calor, luminosidad y energía transformadora del fuego: verdad y amor van unidos. El cirio pascual arde y, al arder, se consume: cruz y resurrección son inseparables. De la cruz, de la autoentrega del Hijo, nace la luz, viene la verdadera luminosidad al mundo. Todos nosotros encendemos nuestras velas del cirio pascual…

Cuánta compasión debe sentir Cristo en nuestro tiempo por tantas grandilocuencias, tras las cuales se esconde en realidad una gran desorientación. Él es la Luz. El cirio pascual es el símbolo de la iluminación que recibimos en el Bautismo. Pidamos que seamos con él personas amanecidas, astros para nuestro tiempo.
Preguntémonos en este tiempo pascual:
  1. ¿Dónde hemos de ir?
  2. ¿Cuáles son los valores sobre los cuales regularnos?
  3. ¿Los valores en que podemos educar a los niños y jóvenes, sin darles normas que tal vez no aguantan o exigirles algo que quizás no se les debe imponer?
EL AGUA

El segundo símbolo de la Vigilia Pascual – la noche del Bautismo – y de la Pascua es el agua. Aparece en la Sagrada Escritura en dos sentidos opuestos. Por un lado está el mar, que se manifiesta como el poder antagonista de la vida sobre la tierra, como su amenaza constante, pero al que Dios ha puesto un límite. Por eso, el Apocalipsis dice que en el mundo nuevo de Dios ya no habrá mar (Cf. 21,1). Es el elemento de la muerte. Y por eso se convierte en la representación simbólica de la muerte en cruz de Jesús: Cristo ha descendido en el mar, en las aguas de la muerte, como Israel en el Mar Rojo. Resucitado de la muerte, Él nos da la vida. Esto significa que el Bautismo: con Cristo es como si descendiéramos en el mar de la muerte, para resurgir como criaturas nuevas.

El otro modo en que aparece el agua es como un manantial fresco, que da la vida, o también como el gran río del que pro
viene la vida. Sin agua no hay vida. Impresiona la importancia que tienen los pozos en la Sagrada Escritura. Son lugares de donde brota la vida. Junto al pozo de Jacob, Cristo anuncia a la Samaritana el pozo nuevo, el agua de la vida verdadera. Él se manifiesta como el nuevo Jacob, el definitivo, que abre a la humanidad el pozo que ella espera: ese agua que da la vida y que nunca se agota (cf. Jn 4,5.15). San Juan nos dice que un soldado golpeó con una lanza el costado de Jesús, y que del costado abierto, del corazón traspasado, salió sangre y agua (Cf. Jn 19,34). La Iglesia antigua ha visto aquí un símbolo del Bautismo y la Eucaristía, que provienen del corazón traspasado de Jesús. En la muerte, Jesús se ha convertido Él mismo en el manantial. El profeta Ezequiel percibió en una visión el Templo nuevo del que brota un manantial que se transforma en un gran río que da la vida (Cf. 47,1.12): en una Tierra que siempre sufría la sequía y la falta de agua, ésta era una gran visión de esperanza.

El cristianismo de los comienzos entendió que esta visión se ha cumplido en Cristo. Él es el Templo auténtico y vivo de Dios. Y es la fuente de agua viva. De Él brota el gran río que fructifica y renueva el mundo en el Bautismo, el gran río de agua viva, su Evangelio que fecunda la tierra. Pero Jesús ha profetizado en un discurso durante la Fiesta de las Tiendas algo más grande aún: «El que cree en mí... de sus entrañas manarán torrentes de agua viva» (Jn 7,38).

En el Bautismo, el Señor no sólo nos convierte en personas de luz, sino también en fuentes de las que brota agua viva. Todos nosotros conocemos personas de este tipo, que nos dejan en cierto modo sosegados y renovados; personas que son como el agua fresca de un manantial. No hemos de pensar sólo en los grandes personajes, como Agustín, Francisco de Asís, Teresa de Ávila, Madre Teresa de Calcuta, y así sucesivamente; personas por las que han entrado en la historia realmente ríos de agua viva. Gracias a Dios, las encontramos continuamente también en nuestra vida cotidiana: personas que son una fuente. Ciertamente, conocemos también lo opuesto: gente de la que ma
na un vaho como el de un charco de agua putrefacta, o incluso envenenada.
Pidamos al Señor, que nos ha dado la gracia del Bautismo, que seamos siempre fuentes de agua pura, fresca, saltarina del manantial de su verdad y de su amor.

Para pensar en este tiempo pascual:
  1. Recorre las personas que conoces y que son para ti “fuente de vida” (Pon nombres) y dí porqué.
  2. ¿Cómo ser tú, en tu ambiente, en tu familia, trabajo… esa fuente de agua viva?
 
EL CANTO NUEVO: ALELUYA
El tercer gran símbolo de la Vigilia Pascual es de naturaleza singular, y concierne al hombre mismo. Es el cantar el canto nuevo, el aleluya. Cuando un hombre experimenta una gran alegría, no puede guardársela para sí mismo. Tiene que expresarla, transmitirla. Pero, ¿qué sucede cuando el hombre se ve alcanzado por la luz de la resurrección y, de este modo, entra en contacto con la Vida misma, con la Verdad y con el Amor? Simplemente, que no basta hablar de ello. Hablar no es suficiente. Tiene que cantar. En la Biblia, la primera mención de este cantar se encuentra después de la travesía del Mar Rojo. Israel se ha liberado de la esclavitud. Ha salido de las profundidades amenazadoras del mar. Es como si hubiera renacido. Está vivo y libre.

La historia del canto de Moisés tras la liberación de Israel de Egipto y el paso del Mar Rojo, tiene un paralelismo sorprendente en el Apocalipsis de san Juan. Cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero» (Ap 15,2s). Con esta imagen se describe la situación de los discípulos de Jesucristo en todos los tiempos, la situación de la Iglesia en la historia de este mundo. Humanamente hablando, es una situación contradictoria en sí misma. Por un lado, se encuentra en el éxodo, en medio del Mar Rojo. En un mar que, paradójicamente, es a la vez hielo y fuego. Y ¿no debe quizás la Iglesia, por decirlo así, caminar siempre sobre el mar, a través del fuego y del frío? Considerándolo humanamente, debería hundirse. Pero mientras aún camina por este Mar Rojo, canta, entona el canto de alabanza de los justos: el canto de Moisés y del Cordero, en el cual se armonizan la Antigua y la Nueva Alianza. Mientras que a fin de cuentas debería hundirse, la Iglesia entona el canto de acción de gracias de los salvados. Está sobre las aguas de muerte de la historia y, no obstante, ya ha resucitado. Cantando, se agarra a la mano del Señor, que la mantiene sobre las aguas. Y sabe que, con eso, está sujeta, fuera del alcance de la fuerza de gravedad de la muerte y del mal – una fuerza de la cual, de otro modo, no podría escapar –, sostenida y atraída por la  nueva fuerza de gravedad de Dios, de la verdad y del amor. Por el momento, se encuentra entre los dos campos de gravitación.

Pero desde que Cristo ha resucitado, la gravitación del amor es más fuerte que la del odio; la fuerza de gravedad de la vida es más fuerte que la de la muerte. ¿Acaso no es ésta realmente la situación de la Iglesia de todos los tiempos? Siempre se tiene la impresión de que ha de hundirse, y siempre está ya salvada. San Pablo ha descrito así esta situación: «Somos... los moribundos que están bien vivos» (2 Co 6,9). La mano salvadora del Señor nos sujeta, y así podemos cantar ya ahora el canto de los salvados, el canto nuevo de los resucitados: ¡aleluya! Amén.

Preguntémonos en este tiempo pascual:
  1. ¿Crees que es fácil cantar el Aleluya hoy?
  2. ¿Qué hacer ante las dudas, los interrogantes o inquietudes que nacen en nuestro corazón?
Tomado de la homilía de la Vigilia Pascual 2009. Benedicto XVI
 


CULTIVA LO BUENO

 Cuenta una leyenda cómo una vez llegó un profeta a una ciudad con el fin de convertir a sus habitantes.  Al principio la gente le escuchaba cuando hablaba, pero poco a poco, se fue apartando, hasta que no hubo nadie que escuchara las palabras del profeta.
Cierto día, un viajante le dijo al Profeta: “¿Por qué sigues predicando?  ¿No ves que tu misión es imposible?"  Y el profeta le respondió: “Al principio tenía la esperanza de poder cambiar a los habitantes de esta ciudad.  Pero si ahora sigo gritando es únicamente para que no me cambien a mí".
 



ORACIÓN POR MÉXICO
 
Señor Nuestro Jesucristo, acudimos a ti en esta hora de tantas necesidades en nuestra patria. Anhelamos ser un pueblo identificado con el respeto a la dignidad humana, la verdad, la libertad, la justicia y el compromiso por el bien común.
Como hijos de Dios, queremos vivir unidos solidarizándonos con los pobres y trabajando por la reconciliación y la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y del encuentro. Tú nos convocas como nación y te decimos: Aquí estamos, Señor, junto a nuestra madre María de Guadalupe, para pedirte por la paz y que cese la violencia. Queremos testimoniar la fe de un pueblo que se abre a una nueva esperanza. Por eso todos juntos gritamos: ¡Ayúdanos, Señor, en esta hora de nuestra historia!
 
Virgen de Guadalupe,
¡Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú, que manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos, y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.
Madre de misericordia, te consagramos nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores. Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestro pueblo.
Ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra, no nos sueltes de tu mano amorosa.
Virgen de Guadalupe: concede a nuestros hogares y a nuestra Patria la paz y la concordia, protege a nuestras familias, para que estén muy unidas, y bendice a la educación de nuestros hijos. Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios, podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén

 

 
INTERCAMBIO EPISTOLAR ENTRE EDUCADORES
(sobre educación en valores)

 
Querida amiga Rosario:
En primer lugar, muchas gracias por tus felicitaciones. Es una gozada tener alumnos tan receptivos y entusiastas con el trabajo de los “profes”. En tus correos planteas unas cuestiones de cierto calado, que intentaré contestar, no de forma definitiva -en educación es imposible solucionar definitivamente nada-, sino como excusa para avanzar, ampliar y compartir el diálogo en torno al sentido de la educación en valores.
 
¿Realmente nos creemos los valores desde y hacia los que pretendemos educar? El interrogante me parece que exige otra pregunta previa: ¿Creemos realmente en las posibilidades de la educación como herramienta para hacer posible cambios personales e incluso transformaciones sociales y culturales, por lentas e imperceptibles que resulten? Y aún habría que formular otro interrogante, anterior al anterior: ¿Realmente nos gustan los adolescentes y los jóvenes? ¿Los queremos lo suficiente como para optar de forma decidida por vivir con ellos su conflictiva educación? Porque poner en marcha dicho proceso supone asumir el riesgo de un trabajo arduo, difícil, a veces exasperante y aparentemente poco reconocido y valorado. Como a muchos les da bastante miedo afrontar este reto –exige mucho tiempo, mucha lectura, mucho disgusto, y encima hay que planteárselo como un compromiso vocacional, yo diría que casi existencial-, de inmediato nos pertrechamos de teorías sobre la pasividad, la desmotivación, la indisciplina y, a falta de otras excusas de mayor enjundia, la capacidad alienadora de los medios de comunicación social, especialmente internet: así no hay nada que hacer, -concluimos-, salvo lamentarse, y, de paso, inventar un tiempo pasado en el que todo iba infinitamente mejor.

Todas las realidades apuntadas son ciertas, pero también lo es el hecho de que de un tiempo a esta parte venimos creando generaciones de niños y jóvenes a los que arrojamos al mundo sin brújula ni chaleco salvavidas, después de, eso sí, atiborrarles de objetos de consumo y pulsiones de insatisfacción crónica, puesta al servicio de nuestros boyantes intereses comerciales. La lectura en profundidad de algunos fenómenos juveniles, como los incendios de coches en Francia, las bandas centroamericanas o los interminables botellones nocturnos en España, como “gritos de protesta” posmoderna no nos vendría mal. Sobre todo, a los educadores que, refugiados en una cultura académica propia del siglo XIX, atrincherados en nuestros saberes tradicionales, hemos consentido este proceso, sin mover ni un dedo para intentar impedirlo o contrarrestarlo.
 
Por lo que respecta a la ausencia de objetivos sobre educación en valores en los apuntes, creo que es una elección deliberada por mi parte: no me gustan las formulaciones cerradas o los recetarios omniabarcantes. Concibo la educación en valores como una apuesta de carácter metodológico, no como un discurso establecido o una normativa pretendidamente moralizadora. Se trata de un enfoque o un conjunto de enfoques para cambiar la mirada acerca de la realidad (entre paréntesis, hay muchas miradas posibles. Aunque no todas sirven, hay muchas que sí; diversas, pero perfectamente compatibles e interdependientes). Por tanto, procuro mostrar, ante todo, herramientas de análisis, procedimientos metodológicos o recursos didácticos: la concreción ética de los mismos corre a cargo de cada educador. Dicho de manera más concreta: opino que no hay un único modelo de paz, porque la paz no es un estado, sino un proceso, siempre cambiante e imperfecto, siempre por hacer. De todas formas, dentro de un tiempo colgaré en el foro una especie de decálogo sobre la educación en valores, que recoja lo esencial de mi propuesta al respecto, para favorecer el intercambio y el debate de ideas.
 
¡Si yo supiera cual es la tecla clave en la educación en valores con jóvenes! Considero, más bien, que no hay una única tecla, ni siquiera hay teclas o varitas mágicas, sino una infinita cantidad de ensayos y errores, navegaciones que necesitan ser emprendidas, -Platón decía que los seres humanos se dividen en dos tipos: los muertos y los navegantes-, ya que en el propio viaje está la esencia de lo que se aprende. Viajemos, pues, con ellos, atendiendo a los mapas que, imprecisos y contradictorios, están dibujando con sus vidas. Miremos hacia los puertos que ellos contemplan y ansían fondear. Acompañémosles en sus dudas, sus errores, sus desánimos, sus pasiones, sin caer en paternalismo/maternalismo ni “coleguismos”: a menudo tenemos que discutir, exigir, limitar, sancionar… Cualquier adolescente sobrevive a esta tensión permanente con sus educadores adultos, si esas frustraciones se llevan a efecto desde el amor. Lo que le destruye o le descompone es la indiferencia con que le concedemos todo lo que nos piden, y aún lo que nunca se le hubiera ocurrido pedirnos, o alentamos sus caprichos para que no nos incordie o, simplemente, le manifestamos por activa o por pasiva que nos importa un bledo lo que le ocurra –aunque de cara a la galería nos “preocupemos” por los síntomas de su “enfermedad”, lo que permite lavar nuestra conciencia-. En mi ya larga trayectoria docente, no he conocido a ningún adolescente que no se enganche a la pasión de un educador por lo que hace con él –enseñar matemáticas, entrenar baloncesto, dirigir una obra de teatro u organizar unas colonias veraniegas, da lo mismo-.
 
No te quiero cansar más. Espero que mis respuestas hayan acertado, al menos a identificar el sentido de tus interrogantes (lo cual estaría muy bien), o incluso te hayan liado un poco más en tus dudas (lo cual casi estaría mejor). Quedo a tu disposición para seguir charlando de todas estas cuestiones y de las que se te ocurra plantear.
 
Un abrazo
Pedro

 
Querido amigo Pedro:

Lo primero, muchas gracias por tu extensa carta. Ya el mismo